Impresionante, grandioso, brutal… Pongan el calificativo que quieran, pero la noche de fútbol y gloria vivida ayer en San Mamés siempre se quedará corta para cualquier tipo de adjetivo que trate de reflejar la grandiosidad y la emoción del momento. El Athletic, no con los once aldeanos pero casi, volvió a escribir una página brillante en su centenaria historia. Finalista de la Europa League tras remontar en La Catedral un 2-1 adverso frente al Sporting de Portugal. Una muesca más en el revolver del Loco Bielsa que viene a sumarse, no hay que olvidarse del dato, a la final de Copa del 25 de mayo en El Calderón.
Ni Barça ni Madrid, Athletic. El grito rojiblanco cobró ayer más sentido que nunca. En una semana en la que tantos culés como blancos vienen de pinchar su globo continental, los leones abren una puerta más a la gloria. Fieles a una filosofía de club y al método de un singular entrenador.
Hubo fiesta por todo lo alto en La Catedral. Futbolística y ambiental. A ras de césped y en plenas gradas. Cerca de 40.000 gargantas a un solo grito: Athletic, Athletic, Athletic. Tampoco hay que hacer de menos a los 3.000 seguidores lusos. Uña y carne con Sa Pinto y sus pupilos, detallistas con el anfitrión con una enorme pancarta en recuerdo a Iñigo Cabacas, buenos perdedores… Un placer, por tanto, a muchos niveles.
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