Visto desde el lado bilbaíno habrá que convenir que el espíritu del Txopo Iribar sobrevoló por el césped de La Catedral en la noche del regreso de Raúl a la portería. El de Zarra o Pichichi, en cambio, prefirió reservar su aparición para mejor ocasión.
No acaba de transmitir buenas sensaciones el Athletic de Bielsa. Su fútbol provoca muchas dudas. Tanto a nivel defensivo como ofensivo. Los leones quieren la mayoría de las veces, pero pueden muy pocas. El Málaga, justo es reconocerlo, no es un rival cualquiera, pero lo tuvo relativamente cómodo para arrancar el punto. La vuelta de Ekiza, por problemas físicos de Amorebieta, al eje de la defensa vino a coincidir con el segundo choque liguero donde la portería del Athletic termina a cero. La compenetración defensiva del tándem que forma junto a Gurpegui está fuera de duda. El problema radica en los problemas que tienen ambos a la hora de sacar el balón jugado desde atrás.
Habrá que tirar de hemeroteca para encontrar un encuentro en el que el Athletic haya dispuesto de tan pocas ocasiones de gol. La irregular situación de Llorente parece pesar como una losa y repercute, sobre todo, en la continuidad de Aduriz. El donostiarra, que iba de menos a más, volvió a ser cambiado. Esta vez, en el descanso.
Bielsa tiró de nuevo de su bloque habitual con dos novedades significativas. Raúl se situó bajo palos a causa de una lesión de rodilla sufrida por Iraizoz en el entrenamiento a puerta cerrada del sábado y Ekiza entró por el 'tocado' Amorebieta. Pellegrini tampoco introdujo mayores novedades en su alineación. El Málaga se plantó en San Mamés con su clásico 4-2-3-1. Los andaluces ni se inmutaron con el enfervorecido ambiente de La Catedral tras el sencillo e intenso homenaje dispensado en los prolegómenos a Iribar.
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